
En una época como la que condensa la acción de LDB, sin internet ni televisión, la prensa fue el espejo en el que quedó reflejada la vida madrileña. Los periódicos de la época se nutrían de artículos de fondo, sesudos y pesados, graves y doctrinales, de gacetillas intencionadas, pues la prensa de entonces estaba estrechamente unida a la vida política, tanto era así que los periódicos solían estar auspiciados por los distintos partidos políticos, por eso muchas páginas de la prensa estaban sometidas al poder, ausentes de crítica y cargadas de conformismo.
Como dice Don Filiberto, el Congreso y la redacción eran “los mismos círculos en diferentes espacios”. Así mismo, la prensa de esta época vivía sujeta a una férrea censura, en especial en las noticias referidas a las huelgas y desórdenes que se sucedían por todo el país. Durante la huelga general de agosto de 1917, los periódicos debían limitarse a publicar las notas de prensa que emitían las Capitanías Generales y, paralelamente, se llevó a cabo, por parte de las autoridades, la interrupción del servicio telegráfico y telefónico para impedir el flujo de información entre provincias.
Los periódicos se leían y comentaban en las casas, en los cafés, los círculos, los casinos y los ateneos; sus páginas se completaban con folletines novelescos, las reseñas taurinas, la información de sucesos, las caricaturas y viñetas satíricas, la cartelera y la crítica teatral… todo ello gracias a la naciente publicidad comercial. Además de los redactores, las plantillas de los periódicos contaban con colaboradores que buscaban en la escritura de una columna fija a la semana la esquiva remuneración que no les proporcionaba la cátedra, el libro de poemas o la exposición, como es el caso de Max Estrella y de otros artistas que formaron parte del mundo de sueño y bohemia. Los bohemios, a cambio, aportaron a la prensa nuevos lenguajes y temas tratados donde un punto de vista personal. Preferían el relato de lo que palpitaba en la calle a las diatribas partidistas de los artículos de fondo. La búsqueda de la verdad fue obsesión de los bohemios y su esencia quedó en el periodismo que hicieron.
ESCENA 6.
Un paria catalán.